¿Dónde se encuentra la frontera entre nuestra “vida real” y la “realidad virtual”?

Donna Haraway, profesora del programa de Historia de la Conciencia en la Universidad de California, en su manifiesto cyborg, afirma que actualmente, todas las personas somos cyborgs externos. Y es que, citando a la misma autora: “Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción”. Como ella misma afirma:

El individuo de la sociedad occidental moderna, que se desplaza en un coche con GPS, se comunica por medio de un teléfono móvil y lleva su ordenador portátil para trabajar en las salas de espera de los aeropuertos es, de hecho, un cyborg. La tecnología que lleva encima funciona como una amplificación o potenciación de sus sentidos, y por ello, en Occidente somos todos cyborgs, dada nuestra dependencia de los sistemas tecnológicos.

Y es que estamos llegando a un punto en el que diferenciar entre lo que llamamos “realidad” y lo que llamamos “espacio virtual” o “realidad virtual” es realmente complicado. Y si no, que se lo pregunten a Paola Letizia, una Italiana que ha denunciado a los tribunales a un hombre por entrar en su casa… virtual y robarle. Paola Letizia es, como millones de personas en el mundo usuaria de facebook y usuaria de uno de sus juegos: Pet Society. La mujer se gastó más de 100 euros en decorar su casa virtual y ahora ha presentado una denuncia ante los tribunales.

La primera reacción de la gente que lee este tipo de noticias es la burla y la incredulidad de que haya gente que dedique ese tiempo y dinero a un espacio digital y no se lo gaste en decorar su propia casa pero… hasta que punto lo que llamamos virtual o digital no es real? Esa mujer afirma que es un daño moral para ella porque ahí acudían sus amigos y se reunía con gente con la que mantenía esa relación que llamamos cibernetica. ¿Para ella no es real algo a lo que le dedica tiempo, esfuerzo y dinero? Seguro que sí.

Entonces… ¿Qué es real? ¿Cual es la verdadera realidad? Nosotros, podemos decir que  somos reales, pero nosotros también hemos sido construidos o materializados por alguien.

En cuanto a nuestros yo en Internet: facebook, tuenti, twitter… son reales porque somos nosotros quienes escribimos y dirigimos nuestra personalidad por la red y de echo hay mucha gente que dedica más tiempo a sus relaciones virtuales por la red que ha sus relaciones personales cara a cara. Y si damos un paso más, también podemos encontrar a gente que tiene más relaciones sexuales con películas on-line o cibersexo, que con hombres o mujeres de carne y hueso. Y aquí podríamos entrar también en el mundo Matrix, un clásico de la ciencia ficción que nos lleva a plantearnos muchas cosas sobre lo “real” y lo “imaginario”.

Otro campo virtual a analizar es el mundo de los sueños. En la película de origen vemos materializada esta idea.

Y es que… ¿hasta dónde puede llegar nuestra inmersión en los sueños? ¿Nunca os ha pasado que os habéis creído tanto un sueño que habéis pensado que ha pasado de verdad? ¿Y que ocurre cuando, incluso estando despiertos soñamos y la mente se nos va a otro lado? Este concepto, el de la ubicuidad, es el que caracteriza el mundo virtual, la realidad virtual y todo lo que ello conlleva: Que haya momentos, y siempre los hay, en los que confundamos la realidad con la realidad virtual, dos construcciones, dos universos paralelos que van unidos y que muchas veces interfieren el uno con el otro.

Y es que los sueños no son más que la extensión de nuestros pensamientos, deseos más ocultos y pasiones insatisfechas. Pero no perderse en el mundo de los sueños es vital para recordar, que al fin y al cabo, los sueños, sueños son.



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